jueves, 1 de agosto de 2013

GESTION DEL ESTRÉS EN EL PERRO DE AGILITY



A menudo confundimos estrés con motivación, y esto constituye un flagrante error, ambos tienen un comportamiento común, todo estrés lleva consigo un alto estado de activación, la motivación por su parte es el deseo de trabajar para recibir un refuerzo. En cambio el estrés bien gestionado puede ser autoreforzante.
Enseñar al perro a gestionar el estrés es una necesidad real que tiene dos beneficios principales:

1.  El perro se estresará progresivamente menos ante los estímulos o entornos que antes le generaban un nivel alto de estrés.

2. El perro dejará de mostrarse inseguro, inestable y nervioso en aquellas situaciones que antes le afectaban, cambiando progresivamente su actitud frente a la manera de afrontar los problemas o las cosas que teoricamente le hacen sentirse amenazado.

Es muy común observar en las competiciones de agility perros que les cuesta un terrible esfuerzo controlar el estrés a causa de que desde cachorro a trabajado mucho en su clubs, bajo un entorno al que domina por que lo acaba conociendo y poco o nada fuera, por eso cuando sale de este entorno y tiene que afrontar una competición fuera, el perro parece otro, crece su nerviosismo y su inseguridad. Por eso resulta aconsejable que en la etapa de cachorro el perro pueda llegar a entrenar en el máximo variado número de entornos diferentes, otros clubs, el parque… La generalización de los estímulos en este caso son la clave para que a largo plazo el perro sepa controlar el estrés que puede producir la propia competición.
Del mismo modo que resulta muy conveniente que en la etapa de cachorro llevemos al perro a pasear y en la medida de lo posible a jugar a las pruebas (sin entorpecer a los competidores) esto la ayudara a familiarizarse con el entorno y a gestionar el estrés el día de mañana, ademas debería formar parte de nuestros protocolos para una correcta sociabilización.

1.  Sobre todo resultara muy beneficioso en perros sensibles como pueden ser (como los Border Collie o los Malinois). Ante cambios de entorno o situación. Es frecuente que este tipo de perros, cuando no han sido entrenados para gestionar el estrés, muestren agobio, sorpresa excesiva o incluso miedo cuando cambian determinadas circunstancias. En muchas ocasiones los propios miedos del entrenador llevan a no ofrecerle al perro los recursos necesarios para afrontar tales situaciones.

2. Es más importante si cabe, pues es la manera como se consigue que el perro aprenda a “disfrutar” de un nivel adecuado de estrés. Como las personas que a“se crecen” cuando surgen los problema. Todos nos sentimos satisfechos cuando somos capaces de superar algunos problemas: el entrenamiento de un ejercicio que llevaba tiempo complicandose, cuando se acerca el dia de una prueba comprometida… Nos invaden todo tipo de dudas, que hacen que el perro las pueda ver como una situación agobiante es en este momento cuando se nos presenta la oportunidad de medir sus capacidades el resultado despenderá del trabajo que se haya hecho y de su capacidad de gestionar el estrés. De hecho los beneficios de una buena gestión del estrés son tantos que se han diseñado formas de reproducirlo  sin riesgo a perjudicar un alto rendimiento de manera puntual, estos “tuneles de viento” de estrés se basan en tres premisas básicas:

•  Activación física: Todo estrés lleva implícito un aumento de la activación física, por ello si generamos una actividad física más alta de lo normal tendremos mejoras en la atención, capacidad de reacción y discriminación de información relevante, similares a las que suceden en una situación de estrés real, pero sin este. Sencillamente un poco de ejercicio antes de iniciar una actividad para “acelerar” el cuerpo implicaba mejoras sustanciales de rendimiento y de sensaciones de auto-satisfacción y bienestar.

•  Novedades en el entorno: Toda novedad implica un nivel mínimo de estrés adaptativo, si las introducimos de forma intencionada y calculada podemos aprovechar la mejora en la capacidad de adaptarse, la atención, la concentración mantenida y todos los beneficios adaptativos del estrés descritos anteriormente. Sin riesgos. Cambiando los lugares de trabajo de varios profesionales se conseguía automáticamente una mejora de la capacidad de analizar los problemas que se les presentaban, de los resultados del trabajo y una importante disminución de las distracciones. Por ejemplo cuando conducimos por una carretera que no conocemos por un lado generamos estrés y por otro activamos mucho más la concentración.

•  Salir de la rutina: La rutina es algo tranquilizador y un eliminador de estrés, pero cuando experimentalmente se cambiaron las rutinas de varios profesionales, con el consiguiente aumento de estrés para ellos, se comprobó un efecto muy curioso: en un primer momento todos los profesionales coincidieron en que sería perjudicial para su trabajo y que les resultaba molesto tener que dejar su forma habitual de hacer las cosas, también pensaban que empeoraría su rendimiento. Sin embargo después de trabajar de forma no rutinaria se comprobó que su eficacia había aumentado (rendimiento por hora y calidad del trabajo final) y la sensación de satisfacción con el trabajo también. Esto debe ser ocasional para no causar estrés residual, después de obtener los beneficios de un cambio de rutina el volver a ella impide que el estrés llegue a tener efectos negativos o acumularse de forma residual. Si realizamos una actividad rutinaria esta demostrado que el nivel de concentración llaga un momento que baja y con ello también el rendimiento.

Si usamos bien estos tres principios entrenaremos una buena base de gestión del estrés y aprovecharemos su parte positiva para nuestro adiestramiento sin sufrir sus consecuencias nocivas y perjudiciales.

Hace unos años me ocurrió algo parecido con una perra, resulto que en una final de un Campeonato de Catalunya la organización fue muy deficiente y el lugar asignado para dejar los perros se encontraba pegado a las gradas atestadas de niños jaleando y gritando continuamente, mi perra Beta, hasta ese momento no había estado sometida a tal nivel de estrés y de ruido. Llego la hora de competir y pese a sus problemas la perra aparentemente había superado esa situación, pese a que su velocidad y rendimiento ese día no era al que me tenia acostumbrado.
Esta experiencia la marco durante un periodo de tiempo hasta que fuimos capaces de ver lo que le estaba ocurriendo, en la siguiente competición Indoor, en pabellón la perra salió a pista y a la mitad del recorrido decidió que no continuaba en esa situación y la abandono a medio recorrido, cosa que hasta ese momento no se había producido jamás. Esto me hizo pensar que tenía mucho trabajo por hacer, teníamos un gran reto por delante, que hicimos intentar reproducir esa situación lo mejor posible, con el método de desensibilización por aproximaciones sucesivas, lo que nos llevo durante un tiempo a trabajar en un polideportivo municipal de cerca de casa que siempre está abierto y atestado de niños jugando a la pelota. El resultado fue excelente, Beta supero por fin esa situación y nunca más se produjo una experiencia parecida.
Pero es que el Agility es un auténtico simulador de estrés inintencionado: activación física alta, cambios de entorno (los competidores de Agility frecuentemente compiten varias veces al mes en diferentes campos de trabajo) y diferentes rutinas, cada pista es distinta a las anteriores,hay mucha gente, muchos perros, megafonía... Por ello puede llegar a causar esa adicción al estrés. En estos casos el problema no es evitar esta activación, lo que es prácticamente imposible, sino enseñar al perro desde el principio a gestionar su estrés, de la misma manera que el guía tiene que hacer también lo propio, pues es bien sabido que el perro es capaz de captar nuestros estados de nerviosismo.

Es muy común en los algunos clubs de agility que mientras hay perros en la pista entrenando hay otros sueltos bordeándola compulsivamente, potenciar estas situaciones es muy peligroso y altamente perjudicial. Algunos agilitistas consideran que no le están produciendo ningún mal al perro, y siempre salen con el comentario de que el perro se lo está pasando bien. Lo que sí que es cierto es que estamos sometiendo a un estado de excitación y de estrés al perro que no resulta nada recomendable. Incluso en alguna ocasión hemos podido observar como algún perro acaba desmallándose, fruto del agotamiento, lo que es evidente y de sentido común es que de esta forma lo que se está promocionando es un estado de alteración descontrolada que no beneficiara al perro ni a su rendimiento.
El estrés bien gestionado puede llegar a producir efectos positivos en el adiestramiento y en las actividades caninas deportivas, pero provocarlos sin más solo nos reportara problemas.

Podemos citar los siguientes elementos beneficiosos que nos aportara la gestión del estrés:
  •   Compromiso: El perro se implica al máximo cuando está trabajando.
  •   Auto-reforzante: El simple hecho de que el perro está trabajando si este se hace    de manera divertida puede resultar reforzante.
  • Aumento de la activación: Lo que genera estrés positivo acaba siendo positivo.
  • Pro-actividad: Las respuestas que se dan bajo estrés acaban siendo más rápidas y con un gran aumento de velocidad, porque si el perro aprende a convivir con esta presión, acaba adquiriendo seguridad y más concentración.
Pero también puede tener una cara negativa, si no se gestiona correctamente, por ello y para aprovechar sus ventajas, es necesario se debe de reunir dos condiciones:
  •   La solución a la situación debe ser rápida e inmediata y tiene que resultar fácil de alcanzar para el perro. Deberemos aumentar con motivación la pulsión del perro en esas situaciones, a fin de que aprenda a ignorarla.
  •  Se debe activar ocasionalmente y no utilizarla de forma continua.